Paru dans le N° de Février 2004 de “Memoria” Revista de politica y cultural. Mexique Con la publicación de Imperio (2000), las voces de los filósofos Tony Negri y Michael Hardt trascendieron los límites acotados de los círculos universitarios. La idea de un poder imperial sin centro ni fronteras, expuesta por la pareja italo-americana, ha sido desde entonces destacada por innumerables reseñas (cfr. el Foro Social Europeo 2003) y retomada por manifestantes del mundo entero en su combate anticapitalista. Sin embargo, poco se ha dicho acerca de la noción de “multitud” sobre la que reposa la arquitectura del libro : “La multitud -escriben Negri y Hardt- es la auténtica fuerza productiva de nuestro mundo social, en tanto que el imperio es un mero aparato de captura que vive a costa de la vitalidad de los pueblos” (Imperio, Paidós 2002, p. 71).
Mientras Imperio invadía las librerías del planeta, intelectuales de nacionalidades y horizontes diversos se reunieron en Francia, con el objetivo de contribuir a un debate en torno a las tesis de Negri y Hardt. El resultado de tal encuentro fue la creación de Multitudes, una revista trimestral que inscribe su acción en una perspectiva de transformación y de emancipación social.
En Multitudes se expresan diversos cuestionamientos acerca de las mutaciones actuales de la economía, del arte y de la política. El capitalismo cognitivo, el bio-poder y la remuneración universal, entendida como el derecho a un ingreso garantizado independientemente de la incorporación a una actividad asalariada, figuran entre los temas centrales de la revista. Para favorecer la difusión de sus ideas, el equipo de Multitudes ha puesto a disposición de los internautas la casi integralidad de sus números así como una cantidad considerable de artículos relacionados con las cuestiones debatidas (varias traducciones disponibles en español).
En dos artículos publicados en Multitudes, “La multiplicidad en la dinámica económica” (mayo 2000) y “La psicología económica contra la economía política” (diciembre 2001), Maurizio Lazzarato, miembro del comité editorial, se propone rehabilitar el pensamiento de Gabriel Tarde (1843-1904). Reconocido por sus contemporáneos y autor de Las leyes de la imitación, Tarde desapareció del horizonte intelectual tras su muerte en 1904, eclipsado por la figura de Durkheim, considerado como el verdadero padre de la sociología francesa. Al final de los años sesenta, Tarde reaparece tímidamente en las bibliografías de dos libros de Gilles Deleuze -Diferencia y repetición y Mil mesetas- quien reconoce entonces su influencia determinante. Lazzarato nos ofrece hoy una lectura de Tarde en la que insiste en su actualidad para la comprensión de los fenómenos económicos contemporáneos.
El problema del origen del valor constituye un enigma fundamental en la historia de la economía política. A la pregunta, ¿cómo y quiénes crean la riqueza?, Adam Smith responde que la riqueza es el producto de la valorización del trabajo por el capital. Tal idea se impuso en la segunda mitad del siglo XVIII y persiste hasta nuestros días. A pesar de las diferencias que separan a Marx de Ricardo y de Smith, sobre este punto el acuerdo entre liberales y socialistas es indiscutible. Tarde, en cambio, desarrolló un punto de vista radicalmente opuesto y su originalidad consiste en demostrar que el valor se constituye a la vez dentro y fuera de la relación capitalista.
Tanto el conocimiento como los cambios tecnológicos juegan un papel central en la creación de las riquezas. En la mayoría de los casos, explica Gabriel Tarde, las innovaciones no son mas que pequeñas variaciones en torno a una idea o a un objeto ya existente en la sociedad. La imagen del creador aislado y de una historia lineal de los descubrimientos son ficciones a las que Tarde opone la idea de una “interacción constante entre cerebros”. Para que una innovación integre el circuito de la valorización capitalista es necesario que se difunda por la sociedad. Además de la producción y la publicidad, intervienen en esta fase elementos extra-económicos como la comunicación, la imitación, la opinión pública, la educación y la densidad de las ciudades.
Por lo tanto, la constitución del valor es siempre el resultado de una cooperación social amplia que rebasa la relación entre el capital y el trabajo. Estas conclusiones invitan, como sugiere Lazzarato, a plantear de nueva cuenta el tema de la repartición de los beneficios en un sistema capitalista. Si todas las personas contribuyen, directa o indirectamente, a la creación de las riquezas, el desafío consiste en encontrar una técnica de remuneración que tome en cuenta, de manera justa, las aportaciones de unos y de otros.
Esta es una colaboración independiente preparada por David Puig