2. Sur l'Argentine

Trabajo y Proceso Constituyente: el caso Argentina

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El 19-20 de diciembre del 2001, Argentina -por vez primera luego del Mundial de Fútbol de 1978- fue tapa de todos los diarios del mundo, y las imágenes de un Buenos Aires donde millares de manifestantes luchaban a brazo partido con las fuerzas del orden e imponían la renuncia del gobierno constitucional, fueron transmitidas por las cadenas televisivas internacionales, a cada rincón del globo.
A partir de ese momento, ya nada volvería a ser como antes: Argentina, la ignota, el país del culo del mundo, solo registrado por el tango y Maradona, sacudía el pensamiento y la acción de intelectuales y militantes locales, de América Latina, y del movimiento global. El ¡¡¡QUE SE VAYAN TODOS!!!!!, el cacerolazo, el piquete, la asamblea, y pasaron a ser consignas, formas de movilización, y expresión de un nuevo proceder democrático.

¿Cómo significar las jornadas del 19-20 de diciembre? ¿Cuál es el origen y el motor de las mismas? ¿Quién es el sujeto que las protagoniza? ¿Cuales son las claves que identifican al movimiento, y los obstáculos que deberá sortear? ¿Dónde se encuentra la perspectiva? Estos son, algunos de los interrogantes que asolan a miles de investigadores, analistas, y militantes de Argentina, y del mundo entero. Las respuestas se encuentran abiertas, y si estas Notas contribuyen a mantenerlas libres y expeditas, habrán cumplido su objetivo.

Una de las características que se aprecian en diversos análisis que versan sobre el movimiento en la Argentina de hoy, es la puesta en acto de un corte analítico a partir de los años ’90, a partir del cual, el movimiento aparece como resultante de los cambios materiales y subjetivos acaecidos en la última década.
Sin dejar de apreciar el cúmulo de transformaciones habidas en esa etapa, y sus significancias materiales y subjetivas, consideramos importante resaltar dos problemas, que subyacen en el interior de los debates cotidianos en/sobre nuestra geografía: uno es de estricto orden local: el lugar y el papel que desde los años ’40, jugo el peronismo, la otra cuestión -que no nos es propia, y que, por el contrario, atañe al movimiento revolucionario mundial, es la derrota de los años ’70.
De esto, el recorte que se aprecia ¿es simple recurso metodológico, o, por el contrario, resulta negación de la historia por imposibilidad de dar cuenta del fenómeno peronista, y desde este, hacerse cargo de una derrota? ¿Desde lo segundo, no se cae en el primero? Sí así fuera, ¿qué es lo que la derrota contiene, que hace posible, necesario, ineludible, caer en la negación de la historia y del sujeto?

Desde la izquierda, el peronismo es caracterizado como fascismo, bonapartismo, nacional populismo, capitalismo de estado, etc., denominaciones todas que parten del movimiento del capital, pero, ¿cómo explicar el peronismo desde el movimiento del trabajo?
Sí el peronismo en verdad constituye el “hecho maldito”, esto solo es certeza, sí el mismo fuera la expresión del antagonismo, sino porque configuraría la fórmula política que -en un determinado momento histórico, expresa el movimiento del trabajo hacia su autonomía y autovalorización.
El capital puede aceptar -y de hecho lo hace, el antagonismo del trabajo, porque después de todo, este es mutuo, lo que no puede asumir, es la autonomía y la autovalorización que el trabajo contiene, porque estas categorías lo eliminan a él, de aquí la guerra presente -en cuanto instrumento biopolítico, del capital contra la quintaesencia del trabajo.

Resultaría un simplismo aseverar que la constitución de la autonomía – autovalorización, se inicia con el peronismo. Ese proceso tiene origen en el momento mismo en que el trabajo asalariado se hace hegemónico en la economía política de Argentina, y determina el movimiento capitalistico que lleva a la fundación del Estado-nación, ergo, el disciplinamiento de la fuerza de trabajo bajo la forma Estado. La respuesta obrera a esto -encarnada mayoritariamente por el anarquismo y el sindicalismo revolucionario en la etapa 1880-1920, es el combate frontal al capital y a sus formas Estado y Partido, lo que hace imposible la real estructuración del “partido del proletariado” -tanto sea en el marco socialdemócrata, a imagen y semejanza del PS alemán, como en la expresión leninista- y en que, muy tempranamente, el recién nacido Estado-nación deba iniciar el proceso de construcción del Estado Social el que es permanentemente jaqueado por la lucha obrera que rechaza lisa y llanamente la institucionalización estatal de sus demandas [[[ En 1913, el gobierno sanciona una ley por la que crea la Caja de Jubilaciones para los trabajadores ferroviarios, que se financiaba con el aporte de trabajadores y patrones. Los gremios ferroviarios (encabezados por los conductores de locomotoras) rechazaron el aporte obrero argumentando que el mismo “ya se encontraba contenido en las ganancias obtenidas por las empresas”, y lanzan una huelga general que dura poco más de 3 meses, y paraliza totalmente el comercio interior. El gobierno retrocede, y deja sin efecto la sanción de la ley..

A partir de ese momento, y a lo largo del cuarto de siglo restante (1920-45) primero lentamente entre 1920-30 [[[ El 8 de enero de 1919, los trabajadores de la fábrica Vasena, inician una huelga por mejoras salariales que es violentamente reprimida por la policía. Al día siguiente, 100.000 manifestantes entierran a las víctimas de la represión y prácticamente ocupan la ciudad, el gobierno convoca al ejército para imponer el orden, y la FORA (central de trabajadores de orientación anarquista) declara la huelga general. El día 16, el gobierno media, y los trabajadores logran: jornadas de trabajo de 8 horas, aumentos salariales, horas extras voluntarias con doble pago para los días domingos, supresión de la labor a destajo y reincorporación de cesantes. El día 20, la central obrera levanta la huelga general. El número de victimas de la represión, jamás fue confirmado.
En 1920, los trabajadores rurales de la Patagónia, inician una serie de huelgas, movilizaciones y acciones insurrecciónales, en reclamo de mejoras salariales y de las condiciones de trabajo. Los terratenientes, exigen del gobierno la represión militar contra los subversivos, y este ordena la intervención militar, que provoca varios miles de víctimas, constituyendo el primer genocidio en la historia argentina., y luego agudamente hasta 1945 [[[ Veamos un ejemplo, desde el cual puede visualizarse el complejo entramado de la resistencia obrera al comando: en los años de referencia, los sindicatos configuraban el instrumento por excelencia de los trabajadores -habida cuenta que el “partido del proletariado” no se había constituido- sin embargo, menos de la tercera parte de los obreros se encontraban afiliados a ellos, lo que para nada incidía en la masividad y efectividad de las luchas que el trabajo desarrollaba. , se plantea el problema de lo que hoy se denomina “ingobernabilidad”, y que el liberalismo adjudica a los déficit y/o desvirtudes de la clase y/o partido dominante-gobernante, negando así la lucha del obrero profesional que en pos de alcanzar el lugar de obrero masa, hacía imposible el comando pleno del capital.

El peronismo -como cualquier otro movimiento de masas proletarias, solo puede emerger desde la revuelta-insurrección popular, y esto es el 17 de octubre de 1945: la rebelión de los obreros profesionales en pos de avanzar -espoleando la reconversión capitalista, hacia el estadio superior: el obrero masa. Desde allí, que los partidos-sindicatos se encontraran fuera del movimiento, y no en pocas oportunidades, contra él [[[ La organización obrera -en tanto Sindicato-Partido, nada tuvo que ver con la jornada del 17, y los “partidos obreros” apostaron a la Unión Democrática (alianza de radicales, conservadores, socialistas, comunistas) en las elecciones de febrero del ’46..

Con el peronismo en el gobierno, se abre una etapa de diez años (1946-55) que funciona de bisagra en el pasaje obrero profesional – obrero masa, en el marco del programa obrero hecho Estado Social, que contraviene el welfare keynesiano-roosevelniano que comienza a instaurarse en el occidente capitalista, porque este es resultante de la contraofensiva capitalista -y por ende, se encuentra bajo el comando del capital, mientras que aquel, es consecuente a la ofensiva obrera, que impone su programa al Estado.
Esta original situación, desató un riquísimo complejo de contradicciones-paradojas-marchas-contramarchas, habida cuenta que, para ser gobierno, la clase necesitaba erigirse en partido-sindicato, pero, para efectivizar el programa, no puede abandonar su condición básica y esencial: la de ser movimiento [[[ Esta maraña, es visualizable en el accionar de Perón y de Evita: mientras el primero intentó -no sin cierto éxito- congeniar movimiento y partido, intentando emular al Lenin de 1905-17, Eva encarnó la tesis luxemburguista de “el movimiento sobre todo, el movimiento primero”. . Pero el movimiento hecho Partido construye un doble obstáculo: por un lado, traba la reproducción ampliada de capital, y por otro, frena el pasaje de obrero profesional a obrero masa [[[ Este es el estorbo del que da cuenta el Congreso de la Productividad de 1951, que deja insatisfechos por igual a trabajadores y patrones, y que también se expresa en la compulsa alrededor de la designación de Eva como compañera de fórmula presidencial para la elección de 1952. .

Con el golpe de 1955, el capital expulsa del Estado al Programa Obrero y retoma el comando, el Partido no puede dar una respuesta categórica al mismo, y el movimiento reclama la acción de masas para enfrentar no solo al golpismo, si no fundamentalmente a su antagonista. Y así surge la resistencia peronista: una acción insurreccional y molecular de masas que expresa la ofensiva obrera en manos de un movimiento que, apoyado en la experiencia previa, se constituye desde el obrero masa merced al fordismo y el welfare que el capital se ve compelido a instaurar rauda y profundamente en el país. El movimiento no reconoce ya la misma base material del ’45, ni subjetivamente contiene similares tesis políticas, anque no deje de ser -ni por asomo, intangiblemente peronista. Por ello la consigna de “patria socialista” prende y se expande. Por ello, el movimiento repite en un grado superlativo la experiencia del 17 de octubre, ahora expresado molecularmente en las miles de acciones de masas que recorren la geografía nacional, y que llevan a la repetición -también preeminente aún en medio del gobierno peronista de 1973-76- de la ingobernabilidad de 1930-45 [[[ Prueba de esto, es el sabotaje obrero en los años posteriores al golpe, la ocupación del frigorífico Lisandro de la Torre, en oposición a su privatización (1959), la abstención electoral que comienza a surgir en 1960, y que explota en las elecciones presidenciales de 1963, la huelga ferroviaria de 42 días (1961), la ocupación de más de 1200 establecimientos industriales del eje Bs.As.-Rosario-Córdoba, durante el Plan de Lucha de 1964, la masiva huelga portuaria y la movilización de masas en Tucumán (1966), la huelga y la ocupación de la central hidroeléctrica en construcción de El Chocón (1968), el ciclo Rosario-Córdoba-Rosario, que marca el fin del gobierno del general Onganía (1969), y que se continua con el “viborazo” de 1971 (al respecto ver: B. Balvé y otros. Lucha de calles, lucha de clases. Ed. La Rosa Blindada. Bs.As. 1973, y El ’69: huelga política de masas. Ed. Contrapunto. Bs.As. 1989, y C. Altamira. Luchas obreras en los ’60: composición de clase y sujeto político. 1997. Inédito), que determina la destitución del general Levingston (que había reemplazado a Onganía), la multitud exultante que acompaña la asunción de Campora al gobierno, el 25/5/73, y arranca a los presos políticos de las cárceles, la movilización de 2.000.000 de trabajadores y estudiantes el 20 de junio de 1973, para recibir a J.D. Perón (al respecto ver: A. Horowicz. Los cuatro peronismos. Hispanoamérica. Bs.As. 1985), la impresionante movilización obrera de 1975, contra el ajuste del ministro de economía, C. Rodrigo, que logra no solo su destitución, sino también la del ministro López Rega, factotum de la represión.
Al calor de todo esto, surgen y se desarrollan los sindicatos combativos (en franca oposición a las direcciones sindicales “oficiales”), y la intensa relación política que se teje entre estos y las organizaciones estudiantiles. También en este marco, se despliega el accionar de las organizaciones guerrilleras de raigambre peronista y de la izquierda revolucionaria, que a lo largo de todo el período, realizan incontables acciones militares. .
El golpe del 24 de marzo de 1976, es caracterizado de mil maneras, pero desde la secuencia anterior no tiene antecedente alguno, ni reconoce paradigmas similares, ya que las suspensiones constitucionales anteriores son cesaciones temporales de lo instituido, mientras que el golpe del ’76, apunta directa y sangrientamente contra el poder constituyente del movimiento, por ello 30.000 desaparecidos, porque el capital necesita atacar la autonomía del obrero masa que rechazaba de plano el dominio capitalista hecho Estado (welfare)-Partido-Sindicato [[[ Las netas diferenciaciones que algunos investigadores -siguiendo las coordenadas del 18 Brumario- establecen entre “golpe de estado” y “golpe de mano”, no son aplicables para la ruptura institucional de ’76, porque más allá del bloque que se hace cargo del gobierno y del programa que sustenta, el golpe del ’76 es guerra (en tanto biopolítica) al movimiento. Desde aquí, una divergencia con la tesis de G. Agamben (Lo que queda de Auschwitz. Pre-Textos. Valencia. 2000), en tanto similitud de los campos de exterminio nazi, con los centros de detenidos-desaparecidos en Argentina. Si bien es absolutamente cierto que ambos casos resultan ejemplos de biopolítica, en el primer caso, se construyen desde el proceso previo de derrota obrera, mientras que -en el caso de Argentina, los centros son paradigma de la necesidad capitalista de anular la ofensiva constitutiva de la identidad autonomista del movimiento..

El retorno a la constitución en 1983, resulta en verdad el regreso del capital al Estado garante o Estado de los derechos, para dar desde allí forma y legitimidad política a la reconversión posfordista. Por esto, es absolutamente falso que en los ’90 -y con Menem, se inicie el posfordismo en la Argentina. Por el contrario, este arranca con el genocidio con el que la dictadura intenta exterminar al movimiento, y se continúa -agraciadamente, con el tímido conservadurismo [[[ Utilizamos el concepto de “conservadurismo” en lugar de “liberalismo” o “neoliberalismo” porque concebimos que este es el paradigma político que preside el programa elaborado por el Comité de Santa Fe I, en 1981, II, en 1989 (C. Suárez, J. Laborde, E.J. Corbière, Luis Brunati. La estrategia neocolonial del Imperio para los años ’90. Gente del Sur. Bs.As. 1990), y IV en 2000 (B. Balvé, C. Suárez. Ediciones Siena. Bs.As. 2001), desde los cuales, se diseñan y ejecutan las políticas macroeconómicas del Consenso de Washington (J. Williamson. Que entiende Washington por reformas políticas. [Las reformas de 1ra. Generación 1989, y J. Williamson. Desarrollo estratégico para A. Latina en los ’90 [Las reformas de 2da. Generación. 1991) alfonsinista primero y con el menemismo después. Y hubiera verdaderamente culminado exitosamente luego de un cuarto de siglo, si el movimiento hubiera sido -efectiva y realmente- derrotado.
Contrariamente, los tiempos que corren entre el ’76 y el 2003, muestran al movimiento en permanente accionar: sabotaje, resistencia y movilización en el tramo 1976-1999 [[[ Primero fue el sabotaje obrero: el trabajo a desgano, los quites de colaboración, las huelgas parciales en decenas de empresas, el castigo a los colaboracionistas de la patronal, la policía y de los servicios de inteligencia (ver al respecto: P. Pozzi. Oposición obrera a la dictadura. Ed. Contrapunto. Bs.As. 2000). A ello hay que sumarle la lucha sin cuartel desplegada por los organismos de DD HH, de los cuales las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, constituyen un ejemplo emblemático, y las movilizaciones ante el peligro de la guerra con Chile, y ante la intervención de EE.UU. y de la OTAN en Malvinas. A partir de 1980, el movimiento obrero comienza su rearme, siendo la más clara expresión de ello, la huelga y movilización lanzada el 30 de marzo de 1982, violentamente reprimida por las fuerzas del orden. El 16 de diciembre de 1982, una enorme movilización popular reclama el retorno a la constitución, en medio de una represión que arroja un muerto y decenas de detenidos.

El inicio del proceso de ajuste por Alfonsín, fue contradicho con huelgas y movilizaciones multitudinarias (durante su gobierno se registraron 11 huelgas comandas por la central obrera), las que también se hicieron sentir ante los conatos militares, y ante las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Al final ya de su gobierno, la hiperinflación que llegó a alcanzar el 3000% anual, desató los saqueos de mayo-julio del ’89 (los primeros desde la Semana Trágica de 1919) y cuyos remezones se extendieron a lo largo de un año (al respecto ver: A. Suero. Aportes para una discusión de las políticas de representatividad o partidarias. Análisis de 20 años de conflictos sociales. Inédito)

A simple vista, la primera presidencia de Menem transcurre tranquilamente, sin embargo, las protestas y movilizaciones no cejan, iniciándose con el rechazo a las privatizaciones (la Pza. del No, en 1991), y continuando con los motines en La Rioja y Sgo. del Estero (1993) donde comienza a evidenciarse la ruptura de la representación. , revuelta-insurrección y autonomía moleculares desde el 2000 hasta las esplendidas jornadas de diciembre del 2001 [[[ No bien iniciado el segundo período presidencial menemista, se inician los cortes de ruta, que en un primer momento son realizados por asalariados, para luego convertirse en la expresión de lucha de los trabajadores desocupados, estudiantes, pequeños propietarios, y ciudadanos autoconvocados alrededor de reivindicaciones diversas (al respecto ver: N. Iñigo Carrera, y M.C. Cotarelo. La protesta social de los ’90. PIMSA. Bs.As. 2001). La protesta y la resistencia crecen y se expanden por todo el país, y ni siquiera ceja con la asunción del gobierno de la Alianza: en diciembre de 1999, en medio de una crisis institucional provincial de enorme envergadura, trabajadores correntinos ocupan el puente que une la ciudad de Corrientes con el Chaco, la represión de la Gendarmería, es durísima y se extiende a toda la ciudad. Durante todo el año siguiente, la protesta continua su marcha ascendente, y los Movimientos de Trabajadores Desocupados, comienzan a ocupar el centro de la escena. En abril de 2000, el gobierno envía al Parlamento la Ley de Reforma Laboral (legalización de la flexibilización-precarización del empleo) la que es aprobada por medio de la compra de votos parlamentarios. Las centrales obreras convocan a movilizaciones y huelgas masivas. En noviembre, los trabajadores ocupados y desocupados, acompañados de comunidades aborígenes de Salta, cortan rutas y ocupan las ciudades de Tartagal y Gral. Mosconi, recibiendo por respuesta la represión de la gendarmería. A partir de ese momento, las movilizaciones son diarias y abarcan todo el espectro social, a lo largo y ancho del país. En el 2001, la ingobernabilidad crece a cada momento: primero se produce la renuncia del vicepresidente, en medio de acusaciones de corrupción parlamentaria, poco después, el ministro ultraliberal de economía -R. López Murphy- renuncia a los pocos días de su asunción, frente a la movilización de masas que desata su plan de ajuste. En las elecciones parlamentarias del 14 de octubre, el 5O% de los empadronados VOTA NO (abstencionismo-votoblanquismo-impugnaciones), y de allí en más, las acciones de masas aumentan en intensidad y extensión, y la ingobernabilidad se hace traslúcida, hasta explotar en las jornadas del 19-20 de diciembre. , a partir del cual toman cuerpo las Asambleas, las experiencias de las fábricas recuperadas [[[ O. Martínez, F. Vocos. Las Empresas recuperadas por los trabajadores y el movimiento obrero”. En Produciendo Realidad – Las Empresas Comunitarias. Ed. Topia, Buenos Aires, 2002. En www.tel.org.ar, los emprendimientos autogestionados, los diversos ejemplos solidarios y culturales, los nuevos interrogantes e iniciativas que comienzan a entreverse al interior del movimiento obrero organizado [[[ V. Cifarelli, O. Martínez, y otros. De eso no se habla. Cuadernos del TEL. Bs.As. 2002. En www.tel.org.ar , y muy particularmente la estrategia que el movimiento ejecutó en las elecciones de este año [[[ Las elecciones del 27/04/03, merecen un estudio particular, habida cuenta del conjunto de interpretaciones tejidas alrededor de ellas, gran parte de las cuales, dan a entender que el movimiento desatado en diciembre del 2001, se a detenido, teniendo en cuenta que las consignas de VOTO NO, lanzadas por sectores de las Asambleas, del movimiento piquetero, y de las fábricas recuperadas, no resultaron totalmente efectivas, alcanzando el 25% del padrón, y no repitiendo de esta manera, la experiencia de octubre del 2001. Sin embargo, el análisis pormenorizado de los resultados electorales, muestran como las masas realizaron un movimiento de astucia increíble: dispersaron el voto de manera tal que el candidato más votado en la 1ra. vuelta, Menem, apenas si alcanzó el 18.7% de los votos de padrón, y el que le seguía, Kirchner, el 16.5%. Cuando se larga la campaña por la 2da. vuelta, explota el repudio generalizado a Menem, obligando a este a renunciar a participar en la nueva contienda, siendo entonces electo presidente, un candidato que tan solo logró la adhesión de 1/6 de los ciudadanos empadronados. A esto, que de por sí es de una importancia singularísima y marca el proceso futuro, hay que sumarle que el bipartidismo radical-peronista puede darse por fenecido en nuestro país .

Y es aquí, donde debe retomarse el interrogante sobre la derrota, que planteábamos al inicio ¿Qué basamento reconoce esta difundida tesis que se da de cabezas con lo que hemos desarrollado hasta ahora? Sí existe la derrota, ¿Qué es lo que efectivamente es derrotado? ¿Cuál es la cualidad que ella posee, que hace a su universalidad y a su homologación por la inmensa mayoría?
Si el movimiento fue derrotado ¿Porqué el capital da un salto en su composición, y, por ende construye la base material del obrero social? ¿No es que todo salto cualitativo en la composición orgánica del capital, es empujado por la ofensiva obrera? ¿Cómo explicar el salto cualitativo que contiene el nuevo ciclo de luchas? ¿Acaso la derrota no implica para el que la sufre, partir de un estadio anterior? Es un hecho más que evidente que ni desde la composición técnica, ni desde la subjetiva, el movimiento sufre retroceso alguno, por el contrario [[[ Al respecto ver: C. Altamira. La naturaleza del trabajo. s/f. Inédito, y Nuevo sujeto político: ¿qué organización? 2002. Inédito.. ¿Qué es entonces, lo que efectivamente fue derrotado?: la tesis marxofordista adoptada por propios y ajenos, ergo, el ideario fordista-keynesiano en los marcos del Estado-nación, que entrañaba el concepto de fordismo = “etapa superior”, y por ende, antesala del “socialismo” (Programa Obrero hecho Estado) como transición al comunismo. El movimiento no ha sido derrotado, pero sí lo fue, la interpretación de los marxistas del legado de K. Marx.

El hacer del movimiento en Argentina, muestra no solo la peculiaridad de nuestra historia, si no que también hecha por tierra algunas tesis de circulación universal que postulan que el pasaje del fordismo al pos, significa lisa y llanamente la necesaria destrucción-desaparición de las conquistas del movimiento en épocas pasadas, verbigracia -y muy especialmente, las expresadas en la Masa Salarial Total y en el Gasto Público Social. En el caso argentino, no solo ocurrió a la inversa, sino que también el movimiento se apropia del Plan de Convertibilidad, ataca a la moneda, y se adueña de los subsidios al desempleo.
Veamos esto con un tanto de detalle:
a) Salario: las políticas neoliberales del Consenso de Washington, comienzan con un impresionante ataque al trabajo asalariado mediante las privatizaciones -que no fueron, simplemente como algunos adoradores del Estado-nación pregonan- un ataque al patrimonio del estado por parte de los GG EE locales y transnacionales, sino el instrumento por medio del cual, se expulsa mano de obra asalariada -gran parte de la cual termina terciarizada / precarizada- con el objetivo de producir una baja salarial en el conjunto [[[ Al respecto ver: V. Cifarelli, C. Couto y O. Martínez. Privatización y reestructuración en el sector telefónico: una visión global del impacto sobre los trabajadores. Ed. IDEP, Bs.As. 1992. V. Cifarelli. El Proceso de la Privatización del Sector de la Energía Eléctrica en la Argentina. De la Privatización a la Consolidación de la Reforma. 2000. V. Cifarelli. Las Privatizaciones en la Argentina. 1999. D. Ximénez Sáez. Privatización y Desregulación del Sector Energético Argentino. 1997. V. Cifarelli, O. Martínez (Comp.). La otra cara de las telecomunicaciones: la situación de los trabajadores telefónicos. Cuadernos del TEL. Buenos Aires, 2001. En www.tel.org.ar. Sin embargo, lo que puede apreciarse es: aumento del nº total de trabajadores, crecimiento del nº de trabajadores informales, disminución del nº de trabajadores formales, disminución del salario real de los trabajadores formales e informales, pero todo esto acompañado de un aumento de la Masa Salarial Total [[[ Según el Ministerio de Economía de Argentina, la remuneración al trabajo en 1998, alcanzó los U$S 121.000 millones, semejante a la participación salarial en 1990. . Y como si esto fuera poco, se produce un importantísimo incremento de la productividad [[[ En la industria automotriz argentina, la fabricación de un automóvil en 1990, requería de 34,8hs de trabajo, y en 1993, de 8,8hs de trabajo., lograda a expensas del acrecentamiento del capital fixe. Es decir, el capital ataca al trabajo pero no logra su objetivo final: reducir la masa de capital variable [[[ Según un estudio de FLACSO, en 1993, las amortizaciones de maquinarias en las 500 mayores empresas de Argentina, equivalían al 37% de la masa salarial, en 1997 se elevaban al 57%. , lo que muestra como el salario constituye el principal arma de los trabajadores en su lucha contra el capital, y el principal escollo que este debe vencer.
b) Convertibilidad: desde finales del ’88 hasta principios del ’92, la inflación roía diariamente el salario real, y las perspectivas de un alzamiento popular (cualitativamente superior al de marzo – abril del ’89) se encontraba a la vuelta de la esquina. En marzo de 1992, se lanza el Plan de Convertibilidad: $1 = U$S 1, con el cual, la inflación se frena bruscamente y se inicia un período de desinflación. Cierto es que esto, produjo ganancias impresionantes de los GG EE transnacionalizados, pero no menos cierto es que también se produce una reconstitución paralela del salario, ahora cuantificable en U$S, con lo cual, el salario real de los trabajadores en Argentina pasa a ser el más alto de A. Latina.
c) Subsidio al Desempleo: En 1994, la Tasa de Desocupación reinicia su curva ascendente luego de la meseta de los dos años anteriores. La presión obrera -canalizada fundamentalmente por la CGT- impone la primera forma de subsidio, que pasan a percibir los trabajadores formales desempleados, con un monto y una extensión en el tiempo que depende del salario que percibían, de la antigüedad en el empleo, y del nº de hijos, de manera que, un trabajador con más de 10 años de antigüedad en el empleo, y con dos hijos, llegaba a percibir a lo largo de dos años, un subsidio cuyo monto era prácticamente igual al de su salario, al que se sumaba el conjunto de las prestaciones sociales (Obras Sociales y Jubilación). Este subsidio, alcanzó a 150.000trabajadores,con un presupuesto anual que rozó los U$S 1.000 millones anuales.
En 1999, en momentos en la curva de desempleo había atravesado los dos dígitos y continuaba su marcha, el gobierno menemista -que no deja de prestar oídos al hacer del movimiento- crea el Plan Trabajar: un subsidio de U$S 180 – 200, para todo aquel desocupado no alcanzado por el anterior derecho. Esta renta, cubre un universo de 450.000 trabajadores desocupados, con un presupuesto anual de U$S 1.200 millones, que impulsó los emprendimientos autogestivos de los movimientos de trabajadores desocupados, y las movilizaciones de estos para apropiarse de mayores cuotas.
En el 1er. semestre del 2002, cuando el movimiento bulle en toda la geografía nacional, es implementado una nueva gratificación: el Plan Jefas y Jefes de Hogar, que sustituyó solo a medias al Plan Trabajar, y que actualmente cubre a 2.000.000 de familias, con una renta de U$S 50 mensuales, y con un total presupuestado de U$S 1.200 millones anuales.
Desde la implementación de esta subvención, es que el movimiento obrero organizado exige y logra un aumento de salarios de igual monto (que significa un incremento del 75% del salario básico) para todos los trabajadores bajo relación salarial formal privada.
De todo esto, es que resultaba predecible la contraofensiva desatada por el capital a partir de los primeros meses del 2001 sobre el salario directo e indirecto (recorte salarial del 13% a los trabajadores estatales, intento de reducción de la plantilla estatal, y del presupuesto universitario, y recorte de los fondos federales a las provincias) y que alcanza su clímax en diciembre del 2001 – abril del 2002: la implementación monetarista que rompe con la convertibilidad, hace humo al salario directo e indirecto -reduciéndolo a una tercera parte- e impone la miseria y el hambre, intentado así, no solo incrementar la tasa de plus valor, si-no, fundamentalmente, dominar al movimiento. Pero la prueba de la práctica muestra que -directa e indirectamente- este continua sin cejar, el combate por la apropiación del plus valor y la renta, sumándolo -ahora sí, a una experiencia lúcida de nuevas construcciones sociales.
d) El ataque obrero a la moneda: Los déficit presupuestarios provinciales, planteaban al capital una verdadera encerrona: ajustar y echar nafta al fuego de una movilización creciente, o crear formas transvertidas de baja salarial. La administraciones nacional y provinciales, echan mano entonces a la emisión de las “cuasi monedas” [[[ Los bonos en circulación, suman 12 (1 nacional, y el resto provinciales, a los que hay que agregar los emitidos por ciertos municipios), y aunque en verdad no existen registros certeros sobre la real dimensión de sus emisiones, se presupone que alcanzan los U$S 4.000 millones, lo que hace imposible su rescate. con las que abonan los sueldos de los empleados estatales, empujando así a un descenso salarial real. Sin embargo, la gente no solo aceptó los bonos, sino que llevo a cabo una operación que constituye un hecho sin precedentes en el mundo entero, y que echa por tierra toda la teoría económica de la moneda: canjeó en el mercado las cuasi monedas a valores nominales [[[ El presidente del Bco. Central, Prat Gay, al inaugurar las Jornadas Monetarias y Bancarias, y refiriéndose a la situación planteada por las cuasi monedas, cito a un autor rara vez nombrado en el ambiente financiero: “Lenin dijo si quieres destruir al capitalismo, empieza por destruir la moneda'”..
e) La apropiación obrera del Gasto Público Social (GPS): Cuatro ejemplos no menores:
1) a principios de los 2000, la Deuda Pública alcanzaba los U$S 180.000 millones, mientras que el GPS del Estado en su conjunto -nación, provincias, municipios- era de alrededor de U$S 90.000 millones anuales. En lo referente al presupuesto del estado nacional, el GPS, en ningún momento fue menor del 60% del total.
2) Entre finales de los ’80 y principios de los ’90, la recaudación impositiva previsional orillaba los U$S 5.000 millones, mientras que el presupuesto del rubro alcanzaba los U$S 12.000 millones, cifra que no contemplaba los montos provisionales abonados por las provincias.
3) En toda la década de los ’90, el gasto de la Nación en Educación, alcanzaba los U$S 250 / habitante (alrededor de U$S 9.000 millones), a lo que hay que sumarle un monto análogo fruto de que la mayor parte del sistema educativo se encuentra provincializado.
4) En 1998, el BM, calculó que el Gasto Total en Salud, alcanzaba los U$S 30.000 millones anuales, de los cuales no menos del 50% era aportado por el Estado y los patrones.
De manera que, mientras en la experiencia internacional el neoliberalismo destruye el welfare instrumentando la devastación del GPS ¡en Argentina -exactamente, y movimiento mediante, la cuestión se jugó al revés!!

Una cuestión más, que sin duda provocará más de un revuelo, y que tiene por centro el análisis desde el movimiento de los auténticos contenidos de la Deuda Pública, frente a la cual, liberales e izquierdistas claman y se rasgan las vestiduras diariamente.
La Deuda Pública argentina -prácticamente inexistente hasta finales de los ’60- comienza a crearse en función de paliar el déficit presupuestario cimentado por la lucha obrera que tiene por objetivo apropiarse de una mayor cuota de las rentas del Estado, y en la imposibilidad de este -en tanto y en cuanto herramienta de comando del capital- de resolver el problema desde una mayor imposición fiscal a los patrones, de manera que, el problema solo puede resolverse mediante la toma de dinero en el sistema financiero local e internacional [[[ Hace pocas semanas, el ministro de economía, R. Lavagna, aseguró que el 65% de la Deuda Pública contraída entre 1995-2001, fue destinada a paliar el déficit del sistema previsional.. Sería un absurdo, negar el hecho de como parte del dinero tomado enriqueció a los GG EE locales primero y transnacionalizados luego, y de cómo incentivó la especulación y la corrupción, pero estas son cuestiones que hacen al accionar del capital, desde las cuales no se obvia la cuestión central: cómo el movimiento hizo jugar la Deuda y a las Rentas del Estado, en la pequeña circulación.

Nadie -ni propios ni ajenos, dejan de interrogarse sobre la perspectiva de Argentina. Por el contrario, la ingobernabilidad que arranca en el ’55 emerge más agudamente que nunca, quedando al desnudo que la misma no es resultado de la incapacidad de los gobiernos de turno ni de las imposiciones de los centros financieros internacionales, sino del accionar del movimiento que no solo no a cesado sino que se a profundizado, gracias al haber abandonado la estrecha franja fordista y haberse extendido a toda la sociedad, jaqueando así -permanentemente, al comando capitalista. Por ello, es que la perspectiva se encuentra marcada a fuego por la tendencia autonómica del movimiento.
Claro que no puede -ni debe, dejar de pensarse en la contraofensiva capitalista, dentro de la cual lo que primero se vislumbra es la posibilidad de una democracia autoritaria, pero esto no tiene futuro habida cuenta de la reacción de masas que desató el Estado de Sitio decretado por De la Rua, las jornadas del 19 – 20 de diciembre del 2001, y las múltiples respuestas que suscita cada movimiento reaccionario del capital [[[ Véanse las respuestas de masas ante la masacre del Puente Pueyrredón, la conmemoración de la gesta del 19-20/12, las movilizaciones -inéditas, contra la guerra, la respuesta social masiva ante el desalojo de Zannon y de Brukman.
¿Bajo que formas entonces, librará el capital su guerra contra el trabajo? Este es el interrogante más acuciante y más angustioso que debemos hoy resolver.

Bs.As. junio de 2003